Cuando hablamos de creatividad, lo primero que se nos viene a la mente es un proceso innato, una cualidad que no se puede trabajar sino que se nace con ella.
Si bien es verdad que la creatividad tiene mucho de habilidad no adquirida, en programas como los Masters en Psicopedagogía se trabaja cada vez más para que estos procesos en principios innatos se puedan incorporar a las habilidades de la persona.
La base de este pensamiento viene de que la creatividad no es un proceso único e indivisible: no es una inspiración que viene y se plasma, sino que la creatividad se basa en diferentes procesos de pensamiento o cogniciones. Esto quiere decir que una idea no surge de la nada, sino que es el resultado de diferentes métodos que facilitan la obtención de ideas, su elaboración y, finalmente, su refinamiento.
Localizando estos métodos, se pueden obtener unas técnicas que, aplicadas a nuestro entorno personal: emociones, estado psicológico, lugar de trabajo etc. nos pueden ayudar a mejorar notablemente nuestros propios procesos creativos.
El poder de la presión
Suena irónico que en un artículo sobre psicología, tradicionalmente ligada a la búsqueda de salidas ante problemáticas y la evasión de la mente (además de su estudio obviamente), busque la frustración y el obstáculo como elemento positivador de un proceso, pero así es en este caso: cuanto más «nos choquemos contra una pared» en busca de un resultado, más dispuestos estaremos a acudir a la creatividad para encontrar la solución.
Si un problema no es complejo, es que la solución es obvia, y por tanto no creativa
Un ambiente tranquilo y sin sobresaltos produce el relajo de la mente, lo cual significa estar inmerso en rutinas que no traeninnovación a nuestras tareas y por tanto, no se trabaja la creatividad.
Eso no quita que tengamos que ponernos en una situación límite para ser creativos, pero sí, que cuando ésta llegue, verla como un reto y buscar otras vías que no habíamos contemplado. Estas vías nos llevan a la posible solución y la creatividad es elegir aquella que hasta ahora nadie se le había ocurrido poner en práctica.
Rizar el rizo: evádete de tu entorno funcional
Acabamos de explicar que la mejor forma de encontrar una vía creativa es la presión. Error, no es la mejor, sino una de ellas. Y como parte de entender los procesos de nuestra mente es comprender que no hay lógicas cerradas, ahora nos vamos a la vertiente contraria: una buena forma de ser creativos es la evasión de aquellos entornos a los que nos hemos acostumbrado: ya sea mediante el ocio, mediante el recreo o mediante el estudio de otras ramas.
Un administrativo acostumbrado al manejo de números, tablas, excels etc. en cuanto le surja un problema de organización tenderá a buscar la solución dentro de su rama, de los manuales. De hecho, los trabajos considerados menos creativos son los que optan por rutinas de trabajo y mecánicas existentes como las ingenierías, el funcionariado etc, trabajos “cuadriculados” e incluso admirados por una férrea disciplina que les impide salirse del marco.
Acostumbramos a separar trabajos entre creativos y mecánicos, cuando es la mediación de ambas características lo óptimo para sus correctos desarrollos
Por descabellado que parezca, dejar entrar a otras ramas en estas rutinas de trabajo pueden beneficiar (y mucho) la obtención de nuevas vías, nuevas soluciones a problemas cotidianos de estos empleos. Volviendo al ejemplo del administrativo, ¿Por qué no encontrar una vía a un problema de distribución de celdas en Excel observando una obra arquitectónica que trate las soluciones habitacionales? Suena descabellado, pero el post-it no se inventó en un laboratorio de I+D, sino en una iglesia gracias a un libro de cantos…
En definitiva, la creatividad puede ser la más potente vía de escape ante circunstancias de elevada presión y en cualquier otra, y debe ser vista más como una disciplina a desarrollar que como una cualidad arraigada a las artes tal como tradicionalmente se le conoce. Está en manos de quien quiera el poder adquirirla.
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